Cuando tras las huellas de la España Mágica y misteriosa nos adentramos en el mundo feérico abrimos no sólo una ventana a las fantasía y a la imaginación, también al significado más auténtico de la vida, pues volver a mirar con los ojos de un niño, es volver a creer, es volver a reencontrarse con el espíritu, es estar en armonía con la naturaleza y la Tierra.




