Según cuenta, a los 7 años Lovecraft era un auténtico pagano, tan embriagado con la belleza de Grecia que alcanzó una semicreencia en los viejos dioses y espíritus naturales, llegando a construir altares a Pan, Apolo, Atenea, Artemisa o Saturno y a vigilar los bosques y los campos en el atardecer con la esperanza de sorprender a las dríadas y a los sátiros…